DRAGONFLY, A-37B, Portada de la Monografía conmemorativa a los 40 años
de su incorporación a la Fuerza Aérea de Chile
por
Sergio H. Pulgar N.
A
principios de la década de los ‘70 la FACH determinó las características de un
avión con capacidad de combate, que además cumpliera la misión de entrenamiento
avanzado y apoyo aéreo estrecho. Elegido el A-37B DRAGONFLY, se
proyectó la adquisición de 16 aeronaves, en conjunto con un plan de
adiestramiento a las tripulaciones de vuelo y equipos de mantenimiento, con el
objetivo de lograr autosuficiencia en las futuras fases de inspección en Chile.
El
proceso se inició en 1972, con la aprobación de la compra por parte de Estados
Unidos. Los especialistas fueron entrenados por los pares de la USAF en el
manejo y mantenimiento orgánico de la aeronave.
Se
organizó una comisión para su recepción y posterior traslado a Chile, la cual
viajó a Wichita. En 1974 fueron enviados a Estados Unidos los Pilotos para
iniciar el entrenamiento que los convertiría en Instructores del nuevo avión,
la mayoría ostentaba más de 1.000 horas de vuelo, gran parte de ellas obtenidas
en su operación en los T-37.
En
1975, Ingenieros y mecánicos nacionales fueron los responsables de la recepción
técnica de las aeronaves. Al ingresar al hangar donde se estaban terminando de
pintar, se encontraron con una mayúscula sorpresa, al darse cuenta que las
aeronaves estaban mimetizadas con insignias chilenas, pero en el esquema
peruano, en arena y café (la FAU también estaba en proceso de adquirir los
A-37B). Rápidamente se dispuso su repintado, resultando en el esquema con el
cual inicia el viaje a Chile. Este vuelo ferry en varias partidas, tuvo la
especial carga de ser efectuado bajo la amenaza del embargo estadounidense por
temas políticos.
Un
detalle interesante es que se les desmontó la «mini gun» a los aviones
para su traslado, pues necesariamente debían hacer escalas en diferentes
países, entre las cuales estaba Perú, donde fueron protocolarmente bien
recibidos y se les facilitó algunas instalaciones para el chequeo de los
aviones, antes de hacer el tramo final hacia Chile.
Los
aviones fueron comandados por los futuros Instructores chilenos del A-37B
Durante
un despegue desde Perú, uno de los aviones sufrió el reventón de un neumático,
los aviadores peruanos ofrecieron facilitar ruedas de T-37, pero al no ser
compatibles se debió esperar la llegada del repuesto para proseguir.
A-37B, FACH J-616, en Wichita, preparándose para su traslado a Chile
Los
primeros 5 aviones arribaron a Chile el 18 de Junio de 1975, matriculados J-600
al J-604; la segunda bandada llegó en Febrero de 1977 del J-605
al J-610, completándose la entrega (17) en Abril del mismo año
del J-611 al J-616; aunque su destino era el Grupo
de Aviación N° 1; los seis últimos fueron puestos a disposición provisional del
Grupo de Aviación N° 4, en espera de la llegada de los propios.
Ya
alertados de la aprobación de la «Enmienda Kennedy», en 1976 se aceleró la
decisión por más unidades y se comenzó a considerar seriamente la posibilidad
de reasignar unidades del Grupo N° 4
a Punta Arenas. En la misma línea, el General Gustavo
Leigh había dispuesto a fines de 1976, la reactivación del Grupo de Aviación N°
12 en Punta Arenas. (1)
Es
relevante anotar que la mayoría de los ex miembros de la dotación de los
pioneros del Grupo N° 12, habían sido destinados a Iquique, por lo que la casi
totalidad de los mismos fueron destinados a operar los DRAGONFLY.
Panamá
se convirtió en el centro de acopio y recarga para el viaje hacia el sur, donde
hacia 1977 fue comun ver a los A-37B y F-5E/F en la Base Howard de la USAF.
La
segunda partida incorporaba desde el J-617 al J-633
para reemplazar los DH-115 y T-25 del Grupo de Aviación N° 4.
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